Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con deslumbrante maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un https://deborahqzna512646.vidublog.com/37362149/el-mundo-se-paralizó-por-el-cabezazo-de-zidane